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¡IMPARABLE!

 Se estrenaba fórmula en la corrida de rejones de Ronda, con horario matinal, con el regreso de Pablo Hermoso de Mendoza ocho años después y con el esperado debut en este coso de su hijo Guillermo.

Ya desde su primero Guillermo había asegurado la puerta grande con una faena de garra y mostrando el empuje y la juventud ante un astado que tampoco fue el ideal para lucir. Una faena basada principalmente en la frontalidad de la suerte. Así puso el rejón de castigo con MARTINCHO, recordándonos a tantas tardes de gloria de LABRIT en este coso. Una reunión todo pureza, riesgo y emoción. Los mismos artículos que se pueden aplicar a ECUADOR en su intervención abriendo el tercio de banderillas ante un toro que se iba viniendo abajo por momentos, refugiándose en tablas. No le importo al montando y prácticamente con el rabo del toro pegado ECUADOR atacó y en sus terrenos se reunión con él. Lo mismo sucedería con ILUSION, todo al sesgo, sin poder sacarlo nunca de su querencia. El caballo se pegó también a tablas y de ahí surgieron las dos reuniones de las banderillas. Guillermo continuaba dándolo todo y colocó dos cortas con ESENCIAL aprovechando los pocos terrenos que dejó y reunión un par a dos manos antes de tratar de matar frontalmente atacando desde la presidencia hasta el otro lado de la plaza. Imposible porque el toro no dio un paso, el estellés lo volvió a intentar ahora en corto, recetando un gran rejonazo. Dos orejas y debut con puerta grande.

Certificó Guillermo su gran momento en el sexto, el mejor toro de la matinal y al que cuajó una faena casi perfecta. Hubiera sido perfecta de no ser por los pinchazos finales, que hicieron a Guillermo rozar con los dedos el rabo hasta quedarse con una oreja. Toro bravo desde el comienzo y perfecta lidia de salida de JIBARO, suavizando la propia suavidad que el toro tenía, llevándolo en la cola como si fuese una danza y reuniéndose con el rejón de muerte como los grandes, desde lejos y dejándose ver. Pero para danza la de BERLIN en banderillas, marcando un toreo despacioso, sin espacios y sin tiempos muertos. Todo cadencia y disfrute para un público que asistía atento a la gran obra de la mañana. No quiso Guillermo cambiar de caballo porque aquello era para BERLIN , para él y para Volapié. Tras esta maravilla de tercio, Guillermo sacó para cerrar a CORSARIO, con el que fue dejando las cortas a un toro que todavía acudía presto al caballo, por lo que alargó el joven jinete con dos rosas más, todo ello al estribo y sin tiempos muertos entre unas cosas y otras, como tampoco con el teléfono final. La faena rozaba el rabo y solo faltaba la firma final y aquí fue donde cayó el borrón. Una oreja a pesar de los pinchazos fue justo colofón a una faena de altos vuelos.